El legado de Anton Dolin brilla en el Palacio de Bellas Artes con ‘Giselle’

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El telón confeccionado por la casa Louis C. Tiffany, en 1912, que con un millón de cristales opalescentes de dos centímetros recrea al Valle de México, con el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, se desdobló y cedió su protagonismo a una pulcra y detalla escenografía que emuló a una aldea de la Renania medieval, en donde se desarrolla la tragedia de Giselle y su muerte por amor.

La Compañía Nacional de Danza (CND) —con la supervisión de la prima ballerina del Staatsballet de Berlín, Elisa Carrillo; del codirector artístico Cuauhtémoc Nájera, de la directora artística Valentina Savina y del bailarín ruso Mikhail Kaniskin— ofrece en el Palacio de Bellas Artes el ballet Giselle, con la coreografía que remontó Anton Dolin en 1940 para el Ballet Theatre de Nueva York.

El cuarteto de bailarines tiene el propósito de salvaguardar la integridad y estilo único de las obras de Anton, por lo que decidieron retomar su coreografía, que ideó sobre la original de Jean Coralli y Jules Perrot, con el argumento de Théophile Gautier, lo que permite que México sea el único país en la actualidad donde puede verse.

Al amparo del vitral de Apolo rodeado de las 12 musas, 24 bailarinas (las Willis, en la trama almas castigadas por el desamor) hicieron gala de la técnica de elevación (saltos y baile de puntas), propias del ballet romántico; siempre conscientes del espacio, que hizo eco de los decorados que se aplican en la daguerre, en superposición y efectos lumínicos.

La bailarina Yoali Souza encarna a Giselle, quien perderá la vida luego de descubrir la traición del duque Albrecht, quien se disfraza del campesino Loys (Erick Rodríguez) para conseguir su amor, pero él está comprometido en matrimonio con la princesa Bathilde; el encargado de revelar el engaño es Hilarión, cazador que ama a la protagonista, pero que al ser desairado así se venga.

El cuerpo de bailarinas conquistó al público en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, que aplaudió cada pas de bourrées y allongée. Souza se apoderó de la atención, pero brilló en dos momentos: con su escenificación del delirio que provoca la muerte a Giselle, en el primer acto, y casi al finalizar el segundo, al lado de Rodríguez.

Yoali titubeó en el arabesque, pero no importó, porque enamoró con su dévelopé y luego se consolidó con su entrechat quatre; al lado de Erik, luego de un gesto de redención para con su rol de Albrechet, ofreció el apoteósico grand pas de deux. La emoción se logró desde la entrée, se mantuvo en el adagio, se fortaleció en las dos variaciones y en la coda todo fue admiración.

Las pirouettes y los portés bien ejecutados por la pareja, así como la técnica de la CND en su conjunto fueron recompensadas con un aplauso de más de un minuto que el público les regaló al finalizar su actuación, que podrá revivirse el 29 de abril, en una de las fechas más especiales: el Día Internacional de la Danza.

A saber:

¿Dónde?

Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.

¿Cuándo?

Sábado 27 de abril, 19:00 horas.

Domingo 28 de abril, 17:00 horas.

Lunes 29 de abril, 20:00 horas.

¿Cuánto?

Luneta 1 $700

Luneta 2 $600

Anfiteatro bajo $500

Anfiteatro alto $450

Galería $200 pesos.